La autoridad de la bata blanca.
Desde hace un tiempo,
vengo notando que a veces cuando acudimos al médico (dígase pediatra, enfermer@
de pediatría, etc…) hay una característica común en algún@s de ell@s. La verdad
es que, en general, tenemos suerte pero, a veces como en todos los ámbitos de esta vida, podemos encontrar profesionales buenos y otros no tan buenos.
No hago este post con intención de meterme con
ningún colectivo ni criticar a nadie, pero necesito expresar esto porque me
preocupa, no por mí, que ya tengo yo manejo en el tema, sino por otras mamás o
papás que pueden estar sufriéndolo y no creen que puedan hacer nada.
Como os decía, a veces que nos ha tocado acudir al/la
pediatra de urgencias porque no hay cita con la pediatra que tenemos asignada (que
por suerte, es una pediatra maja, joven y abierta a dialogar siempre contigo y
a escucharte) o tenemos revisión en enfermería con Garbancita, he notado que, cuando explico lo que le pasa, o lo que
me preocupa, o comento como es su ritmo natural de desarrollo, o expreso como
creo que ella se siente y lo que yo percibo que le ocurre…, cuando yo, como
mamá expreso todo esto, desde la otra parte en cierto sentido, se me niega.
Un ejemplo claro que nos supuso poner una
reclamación a la pediatra que nos atendió en una ocasión que fuimos de urgencias. Garbancita apenas tenía 1 año y tenía
fiebre bastante alta (39.5), ya en la sala de espera veíamos salir a los papás
de otr@s niñ@s realizando comentarios un poco extraños, “pero de donde han sacado a esta tía…” “esta no tiene ni idea…”, cuando nos toco pasar a nosotros lo
entendimos.
Era una señora mayor que se expresaba de forma
brusca y poco amable, yo no espero que conmigo sean excesivamente agradables,
pero cuando se trata de atender a niñ@s con algún tipo de dolencia o enfermedad,
sí creo que es imprescindible que el profesional muestre un poco de
sensibilidad. Ya desde el principio empezó a hacer comentarios sin mucho
sentido, que si hay que dar más cariño a
los niños, que si es que como están los niños de hoy… Papá de Garbancita y yo, nos mirábamos sin entender muy bien lo que
decía…
Garbancita lloraba a todo llorar, se encontraba muy mal, tenía
fiebre que no bajaba con nada y yo la verdad, estaba un poco angustiada y
esperaba un poco de aliento, alguien que me diera tranquilidad, pero no, lo que
encontré fue todo lo contrario.
…”de repente, sin
venir a cuento, esta señora mientras trataba de auscultarla por la espalda, la
pegó un chillido diciéndola “pero cállate ya, que no oigo…¡¡¡¡”
Cuando la pediatra fue a auscultarla, Garbancita seguía llorando, yo trataba
de calmarla, abrazándola, colocándomela al pecho, susurrándole palabras de
tranquilidad, pero a la pobrecilla nada le servía, pasó un rato y poco a poco
iba tranquilizándose pero le costaba, de repente, sin venir a cuento, esta
señora mientras trataba de auscultarla por la espalda, la pegó un chillido diciéndola
“pero cállate ya, que no oigo…¡¡¡¡”, Garbancita
se asustó tanto por ese grito que lloró aún más y vomitó sobre mi hombro.
Podéis imaginar mi sentimiento, de rabia, angustia, cabreo, frustración…
Aparté a la niña de esa pediatra, y le pedí a Papá de Garbancita que saliera de la
consulta y tratara de tranquilizarla, pues yo iba a hablar seriamente con
aquella pediatra que no sabía tratar niñ@s.
Le dije con toda la calma que
conseguí tener, que no creía que fueran maneras de tratar a un bebé y ella
contestó “es que los padres tienen que
ponerles normas…” "yo soy médico y hago lo que tengo que hacer..." Imaginaos mi cara y lo que se me removió por dentro… con
toda la tranquilidad que pude, le expliqué que a l@s niñ@s no es necesario gritarles, que necesitan respeto como cualquiera de nosotr@s
y que si queremos conseguir algo de ell@s es mucho más fácil si se les trata
con cariño.
“¿Y tú que sabes de
cómo hay que tratar a l@s niñ@s…?”
Mientras yo le hablaba de esto ella, escribía en el
ordenador mirando la pantalla y sin mirarme a mi me dijo, pero... “¿Y tú que sabes de cómo hay que tratar a l@s
niñ@s…?”
Entonces, muy a mi pesar, porque os prometo que jamás
había utilizado mi titulación para alardear ni presumir de nada, me parece que es igual de
digna que la de barrender@ o abogad@…, pero es que como esto de la educación y la infancia es tan vocacional, me salió desde muy dentro y le dije “pues porque soy madre pero también pedagoga especializada en atención
temprana…” la señora paró de escribir, levantó la cabeza de la pantalla y
empezó a justificarse con términos médicos y personales que no tenían sentido.
Que si tenía que escuchar el “roncus” para descartar no se
qué… que si es que trataba a niños de 8 años que se portaban fatal, que si en
la carrera no les daban formación para tratar a los niños…
En resumen, creo que para esta señora no valía con que yo fuera madre, ella creía que era mejor que yo por su condición de médico, solo cuando le dije a lo que me dedicaba creyó que yo estaba a su altura. Increíble, ¿verdad?
Le expliqué que todo eso eran excusas y que me parecía
muy mal que solamente cuando yo le había dicho que era pedagoga había
reaccionado, que la opinión de cualquier madre (o padre) sobre como tratar a l@s niñ@s, o
en concreto a su hij@, es tan válida que la mía, tenga los estudios que tenga y
se dedique a lo que se dedique, porque ser madre es un plus, de forma
instintiva sabes lo que le pasa a tu niñ@, lo que le gusta y lo que no… y que
el respeto es imprescindible para tod@s.
“¿Cree usted que es más que l@s demás y que puede tratarl@s mal por llevar bata blanca…?”
Finalicé mi conversación ofreciéndole una reflexión ¿cree usted que es más que l@s demás y que puede
tratarl@s mal por llevar bata blanca…?
Acto seguido le comuniqué
que iba a recibir una reclamación.
Ya digo que esto fue un hecho puntual, que en
general cuando acudimos a nuestra pediatra o nos atiende cualquier otro no
solemos tener queja, al contrario es una maravilla saber que tenemos
tan buenos profesionales en la sanidad pública.
Pero me parece tan importante haceros llegar esta
información…
NUNCA dejéis que traten mal a vuestr@s hij@s, aunque no seáis
profesionales de la educación, sois madres y padres, los que mejor conocen a su
peque y deben protegerle, y nadie puede abusar de su puesto y aprovecharse de su posición. Si sufrís alguna situación como esta, desde el
respeto y la educación hacerle saber a esa persona que l@s niñ@s necesitan
respeto, paciencia y amor, y usar el sistema de reclamaciones y atención al paciente si lo consideráis necesario.
Después de unas semanas de este episodio, recibí una carta de la directora del centro de salud, pidiéndome disculpas.
Otro día os cuento algo menos “heavy” pero curioso, como pediatras y enfermeras de pediatría creen
que l@s niñ@s a veces mienten cuando dicen que les duele algo... fue un comentario que que me
llevó a pensar en: ¿cómo conciben la infancia
los profesionales que trabajan con ella?...
Un abrazo. Ana.
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